3. La Madre
Los principales determinantes maternos son la dieta, su estado nutricional, su sistema endócrino y su metabolismo.
El embarazo en sí requiere un discreto aumento de la ingesta de calorías en los distintos trimestres: 100 kcal/día; 300kcal/día y 480 kcal/día en el 1r, 2º y 3r trimestre del mismo respectivamente. La dieta debe contemplar una distribución normal de calorías; 40-50% como hidratos de carbono, 15-20% como proteínas y 20-35% como lípidos. (Cetin I. 2010)
Más allá de estas consideraciones de la dieta durante el embarazo, es importante considerar la misma en el período preconcepcional, en la edad fértil de la mujer, ya que el déficit de nutrientes específicos en el período periconcepcional se pueden vincular a distintos problemas fetales como malformaciones congénitas, abortos espontáneos, bajo peso de nacimiento, prematurez y eclampsia.
El mejor consejo es una dieta sana y variada que contemple los 5 grupos de alimentos principales: verduras y granos, frutas, cereales, carnes y lácteos; disminuyendo el consumo de alimentos ultraprocesados y de azúcar, sal y grasas saturadas.
La incorporación de prebióticos (carbohidratos presentes en los alimentos, que estimulan selectivamente el crecimiento de bacterias saludables) en la alimentación de la embarazada es importante para generar una MI saludable. Esto se obtiene mediante la ingesta de verduras, frutas y legumbres: ajo, cebolla, achicoria, espárragos, banana, rúcula, frutilla, avena. (Ramakrishnam U. 2010)
Estudios en animales han demostrado que el consumo de edulcorantes durante el embarazo se asocia con un aumento de resistencia periférica a la insulina en el producto de la concepción. (Olivier– Van Stichelen 2019)
En relación con el estado nutricional materno, tanto la obesidad como el bajo peso se asocian con problemas durante el embarazo y complicaciones metabólicas e inmunológicas para el niño
La obesidad (IMC superior a 30) se asocia con una mayor incidencia de preeclampsia, prematurez, diabetes gestacional, cesáreas, APGAR bajo de nacimiento, defectos del tubo neural y macrosomía. En el otro extremo, el bajo peso (IMC menor a 19.8) se vincula con prematurez, retardo del crecimiento intrauterino, bajo peso de nacimiento y anemia materna, probablemente relacionada con déficits de micronutrientes como hierro y ácido fólico. (De Paula J. 2018)
La malnutrición materna impacta en forma variada el crecimiento fetal de acuerdo con el trimestre del embarazo en la cual ocurra. Cuando la misma ocurre en el primer trimestre, a partir de un mayor tamaño placentario puede compensar la oferta de nutrientes y no expresarse en un pobre crecimiento fetal, mientras que cuando ocurre en el 2º y 3r trimestre la misma impacta directamente en el peso de nacimiento.
Durante el embarazo se producen una serie de cambios fisiológicos que involucran el metabolismo, el sistema hormonal y el inmunológico, tendientes todo ellos a generar ambientes apropiados para el mejor crecimiento y desarrollo del feto.
El primer trimestre, (período de organogénesis con escaso aumento del tamaño fetal) la embarazada se encuentra en un estado anabólico, con aumento del apetito y alta sensibilidad periférica a la insulina, lo cual le permite acumular tejido adiposo; mientras que en el tercer trimestre (crecimiento fetal importante) su metabolismo es netamente catabólico por aumento de cortisol, progesterona, prolactina y leptina, con baja sensibilidad a la insulina, todo lo cual aumenta la disponibilidad sérica de glicerol y ácidos grasos libres para ser ofrecidos al feto. (Cetin I. 2010)
Desde el punto de vista inmunológico materno existe un mayor desarrollo del componente Th2 del mismo, destinado a la mejor “tolerancia” al feto