4. ¿Cuáles son las funciones de la MI?
La MI educa nuestro sistema inmunológico – es decir nuestras defensas -, y nos protege de las infecciones. Recupera valiosos nutrientes de los alimentos que ingerimos que luego son reutilizados por el organismo. Fabrica vitaminas que no ingresan con los alimentos. Regula la producción de importantes neurotransmisores como la serotonina – la molécula de la felicidad- relacionado con las alteraciones mentales como la ansiedad y depresión.
De la microbiota también depende el metabolismo de la glucosa, y nuestro peso corporal. Por ello, una microbiota enferma predispone al sobrepeso, la obesidad y el síndrome metabólico – una complicación asociada al exceso de grasa visceral (Rowland, 2018).
La microbiota intestinal contribuye de forma importante al metabolismo humano aportando enzimas que no están codificadas por el genoma humano, por ejemplo, la descomposición de polisacáridos (azúcares complejos), polifenoles (importantes antioxidantes) y síntesis de vitaminas. Más aún, estudios observacionales comparando la microbiota fecal de sujetos sanos con la de pacientes, sugieren claramente que la microbiota intestinal desempeña un papel importante en la etiología y/o el desarrollo de una serie de enfermedades y afecciones gastrointestinales como la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), el síndrome del intestino irritable (SII), el cáncer de colon y la diarrea asociada a los antibióticos. Más recientemente se han ido acumulando pruebas de que la microbiota también puede estar implicada en la obesidad y la diabetes (Rowland, 2018).
El rol fundamental que parece desempeñar la microbiota intestinal en el metabolismo y la salud humanos ha estimulado la investigación para identificar los microorganismos involucrados y su funcionalidad, en relación con las vías metabólicas, en particular las asociadas al metabolismo de los componentes de la dieta (Rowland, 2018).