4. Ritmo circadiano
Nuestros cuerpos utilizan el ritmo circadiano para anticipar cambios ambientales predecibles de 24 horas. El sistema circadiano y el momento de la ingesta de alimentos dictan los ritmos diurnos en la microbiota. A su vez, los metabolitos microbianos, como los AGCC, pueden influenciar el ritmo circadiano. La alteración del mismo puede conducir a un aumento del riesgo de obesidad. xxxi Se ha demostrado que la MI influye en los ritmos circadianos del huésped a través de la dieta. xxxii
El ritmo de alimentación se considera hoy un modulador del ritmo circadiano y de la MI. Ésta programa el ritmo de expresión de genes transportadores de lípidos mediante mecanismos epigenéticos, es decir, a través de cambios en la expresión genética que se producen sin cambios en los cromosomas sino en las proteínas alrededor de las cuales se enrolla el ADN. xxxiii
Los ratones libres de gérmenes a quienes se les trasplantó heces de personas con desfase horario, desarrollaron obesidad y resistencia a la insulina a diferencia de las heces de aquellos que poseen horarios regulares de sueño.
Debido a los ritmos de alimentación alterados, también el jet lag induce disbiosis, promueve intolerancia a la glucosa y obesidad. xxxiv
Algunos metabolitos de la MI como los ácidos biliares pueden afectar el ritmo circadiano del huésped mediante el efecto de enzimas microbianas que metabolizan las sales biliares y modulan el metabolismo de los lípidos. xxxv
Los AGCC regulan la expresión de los genes reloj. De hecho, el tratamiento con acetato o butirato reguló la expresión de los genes reloj en células hepáticas. xxxvi