4. Adecuación Cultural de una Alimentación Saludable Cardioprotectora
La forma de alimentarse es, indudablemente, una forma de cultura y cada pueblo manifiesta, a través de ella, las raíces profundas que ligan al ser humano con la tierra donde nació, con sus costumbres e incluso, su religión.
Dentro de cada contexto deberá perseguirse el objetivo de una alimentación de calidad, favoreciendo el desplazamiento del consumo de alimentos poco saludables hacia alimentos más saludables, siempre respetando la identidad cultural-alimentaria de las poblaciones o comunidades.
Una alimentación saludable no será tal si no se encuentra inserta en un contexto de acciones integradas de promoción de modos de vida saludables, siendo indivisibles e interdependientes.
Deben ser evitadas las prohibiciones o limitaciones impuestas, a no ser que formen parte de orientaciones individualizadas y particularizadas de consejería nutricional para personas portadoras de enfermedades o disturbios nutricionales específicos, debidamente fundamentados y esclarecidos.
Por otro lado, no se debe “endiosar” o mistificar determinados alimentos o grupos de alimentos, en función de sus características nutricionales o funcionales. Y por el contrario, deben ser valorizados aquellos alimentos nutricionalmente ricos o funcionales, los cuales entrarán naturalmente en la alimentación adoptada, sin que se necesite deformar o modificar una o más de sus características.
Se debe estimular y orientar el consumo de diferentes grupos de alimentos, y a su vez varios tipos de alimentos dentro de cada grupo, de manera que ofrezcan los diferentes nutrientes, evitando la monotonía alimentaria que limita el acceso a los nutrientes necesarios para atender a las necesidades del organismo.
Pero siempre intentando rescatar el sabor como un atributo fundamental y una inversión necesaria para la promoción de la alimentación saludable. Las prácticas de marketing muchas veces vinculan la alimentación saludable al consumo de alimentos industrializados especiales y no privilegian a los alimentos no procesados y menos refinados tales como los tubérculos, legumbres, verduras, frutas y granos variados, de producción factible por pequeños agricultores y por la agricultura familiar.
Se debe focalizar en garantizar la variedad de grupos de alimentos que irán a componer la alimentación, principalmente en términos de vitaminas y minerales, y también la presentación atractiva de las comidas, que agrade a los sentidos y estimule el consumo de alimentos saludables como legumbres, verduras y frutas, granos y tubérculos en general.
Respetando los aspectos culturales, se deberá intentar garantizar el equilibrio, tanto en cantidad como en calidad, de los alimentos consumidos, para alcanzar una nutrición adecuada considerando que tales factores varían de acuerdo con la fase del ciclo de vida y factores como el estado nutricional, el estado de salud, edad, sexo, nivel de actividad física y estado fisiológico.
Por lo tanto, la actuación de una alimentación cardiosalusable orientada a las prácticas culturales de cada región, deben ser aseguradas tanto por los profesionales de la nutrición como por las políticas públicas de promoción de una alimentación saludable.