Introducción Módulo 4
Comer juntos, implica a la comensalidad, una forma de iniciar y mantener las relaciones entre las personas, sentados a la mesa.
Las comidas llevan mensajes, y a través del comer en familia y/o con otra gente, se transmiten de generación en generación, valores culturales, que exceden lo alimentario.
Comer es un acto de supervivencia, una función básica que todos compartimos independientemente de quiénes somos o de dónde venimos. Como acto necesario para la vida, la comida implica dignidad para quien la prepara, la come, la presenta, la cultiva, la tiene. Tener comida ha sido una fuente de unión y también de conflicto en la historia de la humanidad.
Reunirse a la mesa fortalece el vínculo, crea un espacio de comunicación que permite expresar la propia identidad a partir de las charlas, los aromas, los sabores, los recuerdos y los platos. La familia toma consistencia, dignidad y pertenencia al compartir su comida entre sus miembros, no cualquier persona es invitada a sentarse a una mesa.
La mesa familiar busca nutrir el alma y el cuerpo, planteando una perspectiva holística que cuida las emociones que despiertan las comidas, como así también las necesidades biológicas de materia y energía que permiten la vida.
Comer saludable, comer bien, comer lo necesario, puede ser un gran desafío para todas las personas, pero aún más para quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad.
Durante las últimas décadas, la implementación de programas estatales y también de organizaciones sociales independientes del estado, destinados a dar cobertura a necesidades alimentarias insatisfechas, en el marco de comedores comunitarios o lugares de asistencia alimentaria en distintas zonas, ciudades, pueblos y barrios del país, han aumentado en número o han crecido en envergadura.
Independientemente del origen de estos espacios solidarios para la cobertura de la demanda social, todos ellos, tienen una causa fundamental que es dar respuesta a la emergencia alimentaria, entre muchas otras necesidades.