1. Comer mejor durante la primera y segunda infancia
La primera y segunda infancia son dos etapas importantes en el crecimiento y desarrollo de un niño o niña, cada una con sus características distintivas, pero con una particularidad en común: ambas son momentos claves para la construcción de hábitos saludables.
La primera infancia, momento que refiere a los primeros 5 años de vida, es una etapa en la que niños y niñas experimentan un gran crecimiento y desarrollo físico, cognitivo y emocional. Son especialmente receptivos a la formación de hábitos que sirven para establecer bases sólidas para su salud futura.
La segunda infancia abarca desde los 6 hasta los 12 años, y es un período de mayor independencia y desarrollo cognitivo. Durante esta etapa, adquieren habilidades sociales, cognitivas y motoras más avanzadas, y se vuelven más conscientes de su entorno y estilo de vida.
Ambas etapas brindan oportunidades únicas para promover hábitos y estilos de vida saludables que impacten positivamente en la salud presente y futura.
El estilo de vida saludable se conforma de varias dimensiones, que son como las piezas de un rompecabezas: únicas y necesarias. Estas incluyen:
✔Alimentación variada y equilibrada que aporte la energía y los nutrientes necesarios para favorecer un crecimiento y el desarrollo saludable.
✔ Vida activa, integrando actividades físicas y deportivas regulares para promover tanto la salud física como la socialización.
✔ Adecuado descanso, esencial para la recuperación y el desarrollo cognitivo.
✔ Uso de pantallas regulado, que en esta era digital actual es crucial para favorecer el aprendizaje integral del niño y la niña, sin dejar de proteger la salud visual y emocional.
✔ Habilidad de autogestionar emociones, vital para favorecer una autoestima saludable y establecer relaciones positivas con los demás.
✔ Capacidad de llevar adelante prácticas sustentables para el medio ambiente, para lo cual es fundamental la conciencia y el uso responsable de los recursos naturales que ofrece el planeta
La infancia es una ventana de oportunidad para abordar cada una de estas dimensiones y construir hábitos que acerquen a la salud. Para ello es fundamental que cada adulto referente tome conciencia del papel protagónico que tiene en la construcción de estos hábitos ya sea desde sus palabras, acciones, ejemplos e intervenciones. Además, también de estar alerta a situaciones emocionales que puedan limitar u obstaculizar el apego a hábitos saludables. Cuando hacemos referencia a adultos referentes incluimos a los padres y cuidadores, la familia extendida como abuelos, tíos, primos, maestros y educadores, profesionales de la salud. Cada uno tendrá mayor o menor relevancia dependiendo de la edad y circunstancia, pero es importante que todos trabajemos en conjunto y brindemos mensajes coherentes para maximizar su impacto en la formación de hábitos saludables en la infancia. Como profesionales de la salud y educación es crucial que acompañemos y colaboremos con las familias para crear entornos de apoyo que promuevan un crecimiento y desarrollo saludable de las infancias. Esto implica trabajar en conjunto para establecer rutinas, límites claros, estrategias de crianza saludable y fomentar la comunicación y el vínculo afectivo; siempre recordando que cada niño y niña es único y puede desarrollarse a su propio ritmo. La construcción de hábitos saludables requiere paciencia, tiempo, consistencia y el ejemplo positivo de los adultos que los rodean, quienes pueden ser modelos de comportamientos saludables. Si los niños ven a los adultos llevar una alimentación saludable, vida activa, correcto descanso y cuidado de su salud, es más probable que sigan esos patrones. En este rol trascendental que tienen los adultos, en esta etapa de construcción de las infancias, es necesario transmitirles que sus palabras y acciones dejan huellas: contribuyen a la generación de cimientos sólidos o de grietas. Además, el modelo de crianza influye en aspectos como la regulación emocional y la gestión de conflictos, favoreciendo el desarrollo de habilidades sociales y emocionales esenciales para su bienestar psicoemocional. También, al establecer límites adecuados y consistentes, los adultos referentes proporcionan una estructura y seguridad que enseña a los menores sobre la importancia de la autorregulación y el respeto hacia los demás. Esto nos muestra la importancia que tienen la presencia de un crianza y límites saludables para fomentar un crecimiento y desarrollo psicoemocional óptimo en niños y adolescentes, destacando entonces el papel del entorno.
Dentro del entorno que rodea a niños y niñas durante la primera y segunda infancia tienen un papel protagónico la familia y la escuela. La familia es el primer entorno, el más próximo, y luego, la escuela. En el entorno familiar se gestan los primeros hábitos, especialmente durante la primera infancia, pero al pasar los años, en la etapa escolar el entorno y los pares tienen un papel protagónico. Los hábitos son contagiosos, y los niños y niñas tienden a imitar comportamientos de sus pares, incluyendo lo que comen, cómo pasan su tiempo libre, su actitud hacia la escuela y muchos aspectos más. Este contagio de hábitos puede funcionar de manera positiva o negativa. Por lo tanto, fomentar un ambiente escolar saludable es clave.
Los entornos saludables favorecen o facilitan hábitos que acercan a la salud y el bienestar. Estos incluyen una alimentación saludable y sustentable, vida activa, correcto descanso, uso adecuado de pantallas y vínculos saludables con uno mismo y con los demás. Entonces, en un entorno escolar saludable hay varias intervenciones que, implementadas de forma integral y sostenidas en el tiempo, pueden resultar exitosas para promocionar la salud. Entre ellas se encuentran: la oferta de alimentos nutritivos en el kiosco escolar y el comedor, el acceso al agua segura y gratuita, la educación alimentaria nutricional social y emocional, promoción de vida activa y vínculos saludables con uno mismo y con los demás.
Un ejemplo de proyecto de nutrición comunitaria con estas características es el proyecto Educar en Salud, cuyo objetivo es promover desde una perspectiva integral hábitos de vida saludables, cuidado del medio ambiente y valores, utilizando la música, el teatro y el juego como recursos pedagógicos e incorporando en la currícula escolar la temática de alimentación y vida saludable integrada en los núcleos de aprendizajes primarios (NAP). Éste muestra resultados satisfactorios reflejados en la sostenibilidad y el la permeabilidad, participación y apropiación de la comunidad educativa. Además, la evaluación de los resultados del kiosco saludable puso en evidencia cambios positivos en la calidad de los alimentos elegidos para el consumo durante el recreo escolar. La implementación de este kiosco tenía como objetivo brindar en el recreo alimentos con mejor perfil nutricional y promover la elección de éstos a través de un sistema de rotulado y estrategias de marketing y publicidad.
En la actualidad la oferta de alimentos y bebidas en la escuela, es un tema en agenda por la implementación de la Ley de promoción de la alimentación saludable, que establece que no se podrán vender, comercializar, publicitar, ni regalar alimentos envasados que tengan en su rótulo uno o más sellos que adviertan sobre el exceso de energía, grasas, grasas saturadas, azúcares y sodio.
También es fundamental que se preste atención a los alimentos que ingresan a la escuela libres de envases como pueden ser productos de panadería y evitar ofrecer los mismos si tienen alto contenido de estos nutrientes. Estas medidas son importantes porque la evidencia muestra que la exposición repetida a los alimentos influye en las preferencias de consumo. Esto nos indica que, si aumentamos la oferta de alimentos de mejor calidad nutricional desde la escuela estamos dando oportunidad a niños y niñas de acceder a mejores alimentos en el recreo y además promoviendo preferencias y hábitos saludables, para hoy y mañana.
Además, en un entorno escolar saludable es crucial el acceso al agua segura y gratuita, ampliando las oportunidades para que los niños y niñas la incorporen como por ejemplo a través de bebederos o de jarras o botellas, que inclusive pueden ser reutilizadas que promuevan el consumo.
Para que todo esto se haga realidad y suceda, es necesario que la oferta esté acompañada de educación y que de esta manera las elecciones sean conscientes e informadas. Por eso lo esencial es incorporar en la currícula escolar contenidos sobre educación alimentaria, nutricional, cultural, social, emocional; con una mirada integral más allá del alimento y la alimentación; así como también es necesario planificar acciones integrales de promoción de hábitos saludables y articular con organizaciones y servicios sociales, deportivos, recreativos y culturales. Esto implica coherencia institucional al llevar adelante un proyecto que promueva un estilo de vida saludable.
Otro aspecto esencial de un entorno escolar saludable es que promueva la vida activa. La evidencia muestra que para la promoción de la vida activa la unión hace al éxito: cantidad y calidad de las clases de educación física, el desarrollo de otras actividades curriculares y extracurriculares como la promoción de recreos activos y algo fundamental como son las aulas activas. Los niños y niñas aprenden jugando y para ellos muchas veces el juego es movimiento.
Por último, aunque no por ultimo menos importante, un aspecto clave en un entorno escolar saludable y seguro, es la prevención del bullying. El bullying es el acoso físico o psicológico que los compañeros y compañeras de escuela hacen a otro alumno o alumna. El acoso es un comportamiento agresivo o violento, en el que el agresor ataca constantemente a la víctima con la intención de intimidar, controlar o provocar daño. En toda situación de acoso, el agresor daña la personalidad y la autoestima de la víctima, es decir el niño y la niña que es agredido.
Las agresiones pueden ser agresiones físicas, verbales, psicológicas y exclusión social. Normalmente se producen simultáneamente, no por separado. El bullying afecta sus comportamientos cotidianos. Por ejemplo, el acoso puede verse reflejado en conductas tales como sufrir de insomnio, pérdida de apetito, ataques de ira, mayor agresividad hacia los hermanos, simulación de enfermedad por las mañanas para evitar ir al colegio. También se puede deducir observando un carácter más introvertido o triste de lo habitual. El niño y niña intimidado con frecuencia no sabe cómo responder a un comportamiento agresivo. Lucha contra las humillaciones y, al ser excluido, y muchas veces siente que la escuela es un lugar inseguro. Sufre en silencio y en soledad, no habla del problema, por miedo a la venganza, por vergüenza, por no saber a dónde o a quién acudir.
Es importante para los niños y niñas, las familias y las escuelas reconocer la presencia de acoso escolar para poder, de esta forma, iniciar un trabajo conjunto y coordinado.
Como agentes de salud y educación tenemos un rol fundamental para la prevención del bullying. Para prevenir la discriminación es prioritario atender a la diversidad, identificar que cada niño o niña tiene un desarrollo singular, tiene formas diferentes de aprender y habilidades diferentes que pueden aportar dentro del mismo proceso de aprendizaje del grupo. La diversidad se basa en las diferencias que existen entre los individuos que conforman una sociedad, y las considera como algo positivo y enriquecedor, que favorece la evolución de la cultura y de las sociedades.
El diálogo es una herramienta para la diversidad, sirve como puente entre cada uno de los actores educativos, promoviendo la gestión de conflictos por medios pacíficos y el establecimiento de una convivencia construida por las diferencias.
En el desarrollo de la identidad se construye también la comprensión del otro, de sus límites, de las estrategias para comunicarse y convivir, así como de los mecanismos de respeto a su vida y a sus derechos, precisamente porque se vive también el proceso de no coincidir con la identidad impuesta por otras personas. De esta manera promovemos la salud y el bienestar de los niños y niñas y demás integrantes de la comunidad educativa, favorecemos la construcción del sentido crítico y la confianza de los niños y niñas en su habilidad para llevar adelante prácticas que los acerquen a la salud, aumentamos la satisfacción de todas las personas que integran la institución por sentirse cuidadas por ésta y contribuimos a la motivación, compromiso y desarrollo de un sentido de pertenencia y la multiplicación de los aprendizajes y hábitos al entorno familiar y comunidad, logrando un círculo virtuoso en el que familia-escuela, comunidad se retroalimentan y ayudan para cuidar a las infancias.
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